martes, 31 de agosto de 2010

Nur für er.

Se disponía a dar sus últimos pasos en aquel lugar. Había sido su infancia, su adolescencia, incluso llegó a ser una pequeña parte de su vida adulta. Pero simplemente eso, una pequeña parte. Ahora tenía otro mundo ante sus ojos. Y estaba a punto de dar ese paso.
Pensó en guardar sus recuerdos bajo llave. En lo más profundo de su alma yacía un baúl repleto de historias. Luego decidió echarse atrás. Los mantendría en su pecho, aunque fuese sólo para darse cuenta de la irrealidad de aquellas tantas marionetas y fantoches.
Pero había algo mucho más importante que se dejaba en aquel lugar. Sus sentimientos. Los abandonaba agazapados con la mitad de su alma. Aquel alma que la había ayudado a ser feliz, a navegar por los ríos de la plenitud. Un alma que lo era todo; sin la que se convertía en nada. Su recuerdo era lo más importante que debía conservar durante su viaje. Una luz que no se apagaría así pasaran meses, siglos. Era la luz que guiaba a su corazón, la sangre que alimentaba su cuerpo.
Ya había entendido que cuando los recuerdos se mantienen vivos en tu corazón, el tiempo y la distancia no son más que una capa de polvo efímero que con un soplido se desvanece.

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