lunes, 27 de febrero de 2012

¿Cuándo volvió la lluvia a su jardín?

Estaba tan contenta, después de tanto llorar y luchar por encontrar su sitio en esta nueva etapa de su vida. Al fin, tras varios meses mandados por la desolación, consiguió su hueco en este nuevo paraíso.

"Qué ingenua", pensaba ahora. Poco duró aquella dicha repentina. De nuevo estaba sola, desamparada y sin nadie en quien confiar. Y las únicas personas con las que podía contar estaban lejos, muy lejos de allí. La vida había perdido, de nuevo, el sentido. "¿Qué pinto aquí? Me lo pregunté hace cinco meses, y me lo vuelvo a preguntar".

Sus problemas aumentaban al tiempo que lo hacía la apatía y un gigantesco sentimiento de soledad. Sentía que su conciencia regresaba de algún lugar recóndito para apoderarse de ella. "No sé lo que me pasa, pero tengo miedo. Tengo miedo de perder lo que más quiero, lo único que ahora mismo le da sentido a mi vida. Te amo".

miércoles, 22 de febrero de 2012

Prólogo: la niña imantada y el viento de poniente

Tuvo que volar hasta aquel lugar de sus sueños para encontrarlo. Apacible, siempre bello, imponiendo sus reglas y colocando sus matices en algún rincón del apartamento.

Sus esperanzas antes del viaje no estaban del todo claras. Esperaba encontrarse cualquier cosa en el repetitivo cajón del recuerdo. Pero al contrario de lo que indicaban sus expectativas, halló paz, dicha y felicidad. El tiempo no crea olvido, sino recuerdo. En su viaje pudo aprender esta importante lección.

Allí estaba, recomponiendo las piezas dispuestas en su cabeza para rehacer el complejo puzzle de sentimientos que, esparcidos sobre la cama, se dejaban atrapar con cierta facilidad. Sus dos opciones, una gobernada por la cobardía y otra por el valor, se distanciaban cada vez más en una balanza donde, finalmente, el valor prevaleció.

A veces tomamos decisiones difíciles a sabiendas de que nos harán sufrir. Ahí es donde el valor juega su papel más importante; si mantenemos con fuerza su peso en la balanza, esa decisión habrá valido la pena.

La niña imantada se queda con su viento de poniente.

jueves, 2 de febrero de 2012

Manchmal ist Leben süß

Un toque de dulzura para amenizar la velada. Ruidos insólitos, ritmos parpadeantes y una pizca de ron-miel. Es la única forma de combatir contra la inminente realidad, a punto que colarse por las ventanas de la habitación en penumbra.

- No tendrás valor para terminar este asunto.

- Mis decisiones son solo mías. No intentes juzgarme.

En realidad sus pensamientos bailaban descontrolados, buscando inútilmente su armonía. Algunas decisiones no son reversibles. Vueltas y vueltas en su cabeza. Pronto despertó el sol y una melodía familiar le arrebató estos pensamientos.