lunes, 22 de marzo de 2010

Múnich.




Múnich (München en alemán) es una ciudad de aproximadamente un millón y medio de habitantes, situada al sur de Alemania, en el estado de Baviera. Es la ciudad con mejor calidad de vida de todo el país, y conocida mundialmente por su famosa fiesta de la cerveza (Oktoberfest), por su equipo de fútbol, el Bayern de Múnich y por contar con la sede principal de la marca automovilística BMW. "Entre el arte y la cerveza, Múnich es como un gran pueblo acampado entre colinas", escribió Heinrich Heine.

Múnich, mi próximo destino. Un destino que he elegido y que me ha elegido a mí. En unos meses estaré viviendo en esta preciosa ciudad, y esta idea me atrae y me abruma al mismo tiempo. Las ganas y el miedo se aúnan en mi cabeza. Un ciudad desconocida, demasiado grande para lo que estoy acostumbrada. Una nueva y complicada lengua, costumbres y gente diferente. Una ciudad que lo tiene todo, menos a tí. Y es lo que más me duele, los 1600 kilómetros que me separarán de la persona que más quiero.

domingo, 14 de marzo de 2010

De cara a la pantalla.


Eres un telespectador pasivo. Huyes de los problemas mientras contemplas los de otros desde tu cómodo sofá aterciopelado, presuntuoso. Una copia barata que Ikea plasmó de algún antiguo sofá burgués del siglo XVIII. Pero no lo terminas de entender. No huyes de los problemas, sólo los espantas temporalmente. Huyen de ti asustados, temblorosos. Pero volverán multiplicados para hacerte frente. Entonces será difícil que les ganes la guerra, muy difícil. No obstante, ante la pantalla nada se complica. Las cosas malas sólo les ocurren a otros. ¡Sí, ya! La vida real no es ese cuento que tienes en la cabecita. La vida real es complicada y absurda. ¿Complicada? Eso lo sabemos todos. Todos menos tú. Porque tienes la convicción de que ante la pantalla los problemas se esfuman. ¿Absurda? Eso sí lo sabes. Lo ilógico reina allá donde alcanzan nuestros sentidos. Algún día tendrás que salir de tu pantalla y enfrentarte a la realidad. En la realidad no existen los finales felices, tampoco los problemas pertenecen a otros. En la vida real los problemas los posees tú, y serás tú quien tenga que enfrentarse a ellos. Cara a cara. Y cuando seas consciente de ello, se habrán duplicado. Huir de los problemas sólo hace que terminen por acumularse, uno tras otro. Tendrás una pila entera de problemas multiplicados, empezando por el olvido y el rechazo. Y a continuación vendrá la desesperanza y la ansiedad. Para acabar, la soledad. Sí, esa gran amiga que a menudo nos acompaña sin quererlo, pero en tu caso le estás ofreciendo la mano para que se siente a tu lado. Crees que te gusta su compañía, pero sabes perfectamente que TODO en exceso es malo.

La cálida manta parece segura, atisba un refugio imaginario contra la realidad. Cuidado, la realidad puede marear, indigestar, hacerte vomitar, pero reitero, el exceso no es bueno, y ese exceso de irrealidad también puede destruirte por dentro.

lunes, 8 de marzo de 2010

...

Se sentía sola, aislada completamente de la realidad. ¿Nunca te has sentido así? Puede que sí. No podemos entrar en la mente de los demás para analizar sus emociones. Simplemente ella se sentía así. Fuera del mundo, envuelta en una burbuja de cristal que algún día tendría que explotar, como explotan nuestras emociones más profundas. Pequeños chorretones oscuros se derramaban por su cara acompañando a las lágrimas. ¿Lágrimas provocadas por qué? Ella no lo sabía. Sólo sabía que no se encontraba bien. Esperaba que fuera algo temporal, que tarde o temprano se le devolviera a la realidad.

La verdad es que no existían auténticas razones para sentirse así. Pero hay tanta ilógica en nuestra existencia, tantas cosas que jamás comprenderemos… En fin. Sólo lograba ser feliz durante ese pequeño rato en que escuchaba su voz al teléfono. Esa voz que tanto le gustaba y que conseguía hacerle esbozar una sonrisa. Poco más le producía felicidad: los libros. Una tarde de lectura la mantenía evadida de la rutina. Pero tras las líneas, con el último párrafo, volvía a encontrarse de frente con el hastío del día a día.

Los aspectos superficiales le entretenían. Pero era un pasatiempo inútil, superfluo. Es curioso que las cosas superficiales logren aburrirnos en tan poco tiempo. Las tenemos en cuenta, de hecho la sociedad se basa en la superficialidad, en la fachada y la cara exterior de cualquier ámbito, pero al fin y al cabo terminamos buscando “algo más” que nos llene. La naturaleza humana, así de incoherente e inconstante, imposible de controlar. Pero hay que resignarse si queremos atravesar con éxito este camino plagado de espinas.