martes, 12 de enero de 2010

One.

Una vez leí en algún libro perdido, de esos que no intentan vendernos cuentos caducados, ni proclaman a los cuatro vientos la mediocridad de sus envenenadas historias, que a veces no pasaban los días, que podía ser lunes dos días seguidos, acaso porque la realidad era exacta al día anterior, o como creo yo, porque nosotros mismos nos estancamos en un estado de ánimo inamovible que no nos deja situarnos en ese nuevo día. Ojalá me ocurriera a mí. Ojalá siempre fuera sábado, incluso domingo. Podría vivir en un constante domingo y que nunca avanzara la noche para darnos paso a un amanecer tan rutinario como puede ser un lunes cualquiera. El problema es que para el personaje de aquel libro la idea de vivir constantemente en un mismo día de la semana termina por hacerle perder la cabeza por completo. ¿O simplemente termina por revelarse a ese estado de abatimiento que no puede soportar? Como todo, depende del cristal con que se mire.


¿Perdería también yo la cabeza? Vale la pena arriesgarse. No sólo por esto, sino por todo. Dicen que “el que no arriesga, no gana”. Yo simplemente creo que el que no arriesga, no vive. Y no vive porque gastará todo su tiempo en arrepentirse por esas oportunidades perdidas del pasado, y a pesar de los años seguirá temiendo al riesgo.


El tiempo y la distancia no importan cuando estás enamorada, pues el sacrificio no es nada comparado con la recompensa de tener a tu lado a la persona que más quieres.

One year, one love. Hace un año empezó esta historia, este sueño. Gracias por todo este tiempo. Feliz aniversario.



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